1.- Separamos las galletas de la crema. Quitamos una de las galletas y después, con la ayuda de un cuchillo, separamos la crema de la galleta.
2.- Ponemos la crema en una cazuela grande. Y la galleta la trituramos ligeramente con la mano y la colocamos sobre una licuadora. Triturar bien. Si no tienes licuadora, puedes utilizar una batidora manual.
3.- Cuando haya quedado una especie de arenilla fina, reservamos en un plato aproximadamente 1/3 de la galleta triturada.
4.- A los 2/3 restantes, les añadimos la mantequilla a temperatura ambiente y volvemos a batir. Para que se integren bien ambos ingredientes. Ésto, será la base de nuestra tarta.
5.- Añadimos esta mezcla sobre un molde para tartas desmontable. Con estas cantidades, yo utilicé uno de 20 pero puedes utilizar uno de un tamaño similar sin problemas. Con una cuchara, esparcimos toda la mezcla de galleta y mantequilla por toda la superficie, apretándolo bien y sin dejar huecos libres. Después metemos en la nevera mientras hacemos el siguiente paso
6.- Ponemos la cazuela donde tenemos las cremas de la galleta a fuego suave. Echamos la nata, el queso crema, el azúcar y la gelatina y removemos constantemente. Que se derritan todos los ingredientes. Ésta mezcla no debe llegar nunca a hervir o cogería un gusto desagradable.
7.- Cuando esté bien deshecho lo añadimos sobre la base de galleta. Dejamos reposar 10 minutos y después volvemos a meter a la nevera un mínimo de 4 horas. Mejor, si es toda una noche entera
8.- Al día siguiente, espolvoreamos con un tamiz, o si no lo tienes con un colador, la galleta que habíamos reservado al principio. La que no tiene mezcla de mantequilla. ¡Desmoldamos y ya esta listo!
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